Fue en aquel momento cuando me percaté de que mi corazón se rompía tal y como un espejo cayendo al suelo. Se redució a meros fragmentos que no tenía fuerzas para recoger y unir. De hecho, quizás no merezca la pena.
No tenía fuerzas para seguir adelante. De hecho, quizás no merezca la pena.
Ahora tan solo soy un alma errante que se deja en manos del azar sin preocuparse por no despertar mañana.
Fui herida del corazón; ahora estoy muerta en vida.